La dicha no es cosa alegre.
21/3/12
20/3/12
19/3/12
Rain
Salí a caminar
bajo la lluvia; quizás para algunos no
sea proeza, los que no somos amantes de éste fenómeno no nos sentimos tan a
gusto con una falla en las plomerías celestiales.
Fumar en casa no me gusta, decidí respirar algo de aire. Unas
gotas no iban a matarme.
Al principio el cigarro se consumía en mis labios sin novedades. El brillo monótono del asfalto comenzó a ser algo digno de verse, tal vez era el de siempre.
Pensé en caminar. Deseché la idea rápidamente, no soy gran fanático de los movimientos superfluos.
Apago el cigarrillo, continuo fumando. Bajo la sombra del tupido y viejo árbol que tiene más años de los que puedo atestiguar, comencé a sentirme ligeramente abrumado por el calor del ambiente y la lluvia densa me llamaba fuera de la protección ancestral del anciano de madera, como un refrescante oasis. Súbitamente mis piernas sintieron el deseo de pegar un estirón, la lluvia azotaba.
Al principio el cigarro se consumía en mis labios sin novedades. El brillo monótono del asfalto comenzó a ser algo digno de verse, tal vez era el de siempre.
Pensé en caminar. Deseché la idea rápidamente, no soy gran fanático de los movimientos superfluos.
Apago el cigarrillo, continuo fumando. Bajo la sombra del tupido y viejo árbol que tiene más años de los que puedo atestiguar, comencé a sentirme ligeramente abrumado por el calor del ambiente y la lluvia densa me llamaba fuera de la protección ancestral del anciano de madera, como un refrescante oasis. Súbitamente mis piernas sintieron el deseo de pegar un estirón, la lluvia azotaba.
Recibí las primeras gotas con algo de
premeditada indiferencia y una gota solitaria, rápida e inesperada me
sorprendió con un intenso escalofrío.
Apunté mi vista al cielo, hijas de las nubes cubrieron como una manta mi rostro; no pude evitar quedarme así unos pocos segundos. Me di cuenta que realmente no quería caminar mucho. Solo necesitaba un poco de tiempo acompasado por el incesante TIC-TAC de los meteoros de cristal que se hacían trizas a alrededor.
Algo de paz y tranquilidad.
Quizás unas cuadras.
Doblé en una esquina y dirigí mis pasos a una transitada avenida, podía ir a comprar algo al kiosco, el bajón es una excusa excelente para moverse.
Al pasar, algunos canes, curiosamente indiferentes al diluvio, ladraban detrás de las rejas intentando con todo su ser que su cuerpo pasara por entre ellas, un poco exagerados los pichichos.
Creo que tengo algo de fernet en casa, una coca podría ser una finalidad sumamente decente para ésta travesía, hasta quizás haya hielo en el freezer. Con paso decidido, me dirijo a la estación de servicio. Saludo y comparto una conversación trivial con el conocido empleado del Shop, adquiero los víveres y me tomo el palo.
Unos truenos son el telón y el camino. Llego a casa, hay poco hielo me preparo un Fernando prendo un pucho y abro el Word.
Apunté mi vista al cielo, hijas de las nubes cubrieron como una manta mi rostro; no pude evitar quedarme así unos pocos segundos. Me di cuenta que realmente no quería caminar mucho. Solo necesitaba un poco de tiempo acompasado por el incesante TIC-TAC de los meteoros de cristal que se hacían trizas a alrededor.
Algo de paz y tranquilidad.
Quizás unas cuadras.
Doblé en una esquina y dirigí mis pasos a una transitada avenida, podía ir a comprar algo al kiosco, el bajón es una excusa excelente para moverse.
Al pasar, algunos canes, curiosamente indiferentes al diluvio, ladraban detrás de las rejas intentando con todo su ser que su cuerpo pasara por entre ellas, un poco exagerados los pichichos.
Creo que tengo algo de fernet en casa, una coca podría ser una finalidad sumamente decente para ésta travesía, hasta quizás haya hielo en el freezer. Con paso decidido, me dirijo a la estación de servicio. Saludo y comparto una conversación trivial con el conocido empleado del Shop, adquiero los víveres y me tomo el palo.
Unos truenos son el telón y el camino. Llego a casa, hay poco hielo me preparo un Fernando prendo un pucho y abro el Word.
18/3/12
17/3/12
15/3/12
Así hablaba Zaratustra - El Mordisco De La Serpiente - [un capitulo] - Nietzsche
Un día dormitaba Zaratustra debajo de una higuera, porque
hacía calor; y tenía puesto el brazo sobre a cara. Vino en esto una víbora y le
mordió el pescuezo, y él lanzó un grito de dolor. Cuando apartó el brazo de la
cara, miró a la sierpe. Entonces la sierpe reconoció los ojos de Zaratustra, se
retorció torpemente y quiso marcharse. “No –dijo Zaratustra--, no te he dado
aún las gracias! Me has despertado a tiempo; aún es largo mi camino.” “Tu
camino es corto –dijo tristemente la víbora--: mi veneno mata.” Zaratustra se
hechó a reír. “¿Cuándo mato a un dragón el veneno de una serpiente? –dijo-- ¡Recobra
tu veneno! No eres bastante rica para regalármelo” Entonces la víbora violvió a
abrazarle el cuello y le lamió a herida.
Cuando
un día zaratustra contó esto a sus discípulos, elos e preguntaron: “¿y cuál es
tu moraleja en éste cuento?”. Zaratustra respondió:
Los
buenos y los justos me llaman el destructor de la moral: mi cuento es inmoral.
Pero, si tenéis un enemigo, no le devováis bien por mal,
porque se vería humillado. Demostradle a la inversa, que os ha hecho un bien.
Y,
antes que humillar encolerizaos. Y cuando se os maldice, no me gusta que
queráis bendecir. ¡Maldecid más bien un poco por vuestra parte!
[…]
Una
pequeña venganza es más humana que ninguna. Y si el castigo no es también un
derecho y un honor para el trasgresor, yo no quiero vuestro castigo.
Es más
noble condenarse que porfiar, sobre todo cuando se tiene razón. Sólo que hay
que ser bastante rico para eso.
No me
agrada vuestra fría justicia: en los ojos de vuestros jueces se trasluce
siempre la mirada del verdugo y su helada cuchilla.
Decidme:
¿Dónde se encuentra a justicia que es amor con ojos perspicaces?
¡Inventadme,
pues, el amor que soporta todo, no sólo todos los castigos sino también todas
las faltas!
¡inventadme
la justicia que absuelva a todos salvo al que juzga!
¿Queréis oír más? En el que quiere ser verdaderamente justo,
la mentira misma se trueca filantropía.
Pero,
¿cómo podría yo ser verdaderamente justo? ¡Cómo podría dar a cada uno lo suyo! Básteme esto yo doy a cada uno lo mío.
En fín hermanos guardaos de ser injustos con los solitarios.
¿Cómo podría olvidar un solitario? ¿cómo podría devolver?
Un
solitario es como un pozo profundo. Es fácil echar en él una piedra; pero, si
la piedra cae al fondo, decidme: ¿quién querrá volver a sacarla?
Guardaos de ofender al soitario. Pero, si le habéis
ofendido, ¡Entonces matadle también!
Mi edición de zaratustra 1970 un poquin machucada
10/3/12
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